Las principales características de la sociedad que vivimos en el mundo y México no es una excepción, son, entre otras; mayor población, menor espacio. Mayor poder e influencia tecnológica, menor intervención humana en la producción, como en la creación. Mayor concentración de riqueza, menor justicia distributiva. Mayor explotación de recursos naturales, menor calidad de vida para el planeta y sus habitantes. Menos democracia, más autoritarismo. Mayor número de tiranías, menor libertad para las poblaciones. Menor estado de derecho, mayor anarquía. Saturación de información, menor espacio para la reflexión. A mayor manipulación, menor pensamiento libre. Menor conciencia social, mayor manipulación.
Todo cambia, para bien y para mal. La vida, lo sabemos, es un proceso de evolución constante. Al centro de esta inobjetable realidad, está la interpretación que los individuos otorgan a cada evento. Nosotros mismos como seres humanos estamos en un proceso natural de transformación entre el nacimiento a la vida y el instante de la muerte, que no es otra cosa que el final de un estado físico y el comienzo de otro.
Entre más pasan los años, parece que el tiempo transcurre con mayor velocidad. Todo depende de la interpretación que cada individuo otorga a lo que le pertenece y sucede.
ZIGMUNT BAUMAN afamado sociólogo, filósofo, y escritor polaco-británico-judío, escribió que — la vida moderna es líquida, porque no hay vínculos permanentes, y cualquier cosa que ocupemos por un tiempo, y solo por un tiempo, deberá estar ligada libremente, para poder desatarse de nuevo, tan rápido y sin esfuerzo como sea posible, para cuando las circunstancias cambien”.
El discernimiento de Bauman —permítanme referirlo de esta manera—, es una provocación permanente para acercarte a la orilla, asegurando tocar tierra firme, para evitar que las olas te arrastren.
Desde la perspectiva de Bauman la cultura moderna es líquida, maleable como el agua. Vivimos en la cultura del desapego, el egoísmo y el olvido, en una sociedad que se define por lo desechable, por la constante producción de basura. Es triste, por decir lo menos, pero real, desde una perspectiva insatisfecha.
Como ciudadanos necesitamos reconocer la necesidad de darle tiempo al tiempo para reflexionar, encontrar, o en su caso rescatar convenientemente, valores conductuales olvidados, desconocidos, o bien obsoletos, entre la turbulencia de la vida.
Requerimos tomar control de nuestra existencia, descubrir el mejor sentido y propósito que se tiene en la vida, el que mejor convenga al individuo, pero, sobre todo, entender que resulta imprescindible rescatarla si está perdida.
—Libertad, Libertad, que asistan los hombres que quieran volar— (fragmento de un poema de FAGC) derecho inalienable de cada persona, para dirigir plenamente su vida, desde la sagrada individualidad que corresponde a cada quién.
En síntesis: La libertad se tiene cuando se ejerce. Cuando se dispone de ella brilla. Cuando se procura y protege es digna. Cuando se esgrime como un estímulo es poder. La libertad cuando se ejerce se cultiva, y expande para sembrar lo mejor de sí mismo, sin mediocridad, tanto en la comunidad local como en la planetaria a las que se pertenecen, buscando estar así en condiciones, de alcanzar satisfactoriamente los objetivos que se pretenden integralmente en la vida.
Los mexicanos y mexiquenses vivimos una nueva realidad política, social, cultural y económica, somos parte de una sociedad tan dinámica como cambiante, tan desafiante como inestable.
Vale tocar tierra firme, fuera del alcance nocivo de las realidades virtuales que pretenden imponer los nuevos dignatarios, y también alejados igualmente de los relatos acongojados de quienes perdieron su lugar.
En medio de esta confrontación de relatos e intereses, están las mujeres y hombres libres de dogmas y prejuicios, especialmente jóvenes de condición y corazón, quienes, en medio de la dinámica de transformación, reconocen que los cambios, por bruscos que sean, ofrecen oportunidades dignas de tomar en cuenta, por lo tanto, se mantienen firmes y dignos para ejercer sin freno alguno, su libertad, en el más amplio sentido de la palabra, simplemente, porque no aceptan vivir de cualquier modo, para determinar su mejor destino individual y colectivo.
Concluyo; reconociendo que —vivimos en una sociedad líquida—, como bien la definió Bauman, entonces, puedo agregar —que si dejas de nadar, socialmente hablando, simplemente, te ahogas—.
POR FERNANDO ALBERTO GARCÍA CUEVAS
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